jueves, mayo 11, 2006

Sección Literaria: Vindicación de la magia

Los cultores del pensamiento fácil suelen decir que los pueblos se acercan a la magia ante la imposibilidad de explicarse ciertos fenómenos. Así planteadas las cosas, nadie puede sentirse seducido por una disciplina cuyo único objeto es ahorrarse la investigación acerca de las causas del rayo.
Pero examinando el asunto con un poco más de salero, pueden hallarse elementos que merecen la mayor estima en el ejercicio de la magia.
Hay - antes que nada- un deseo de poner orden y concierto allí donde sólo hay caos. Toda actividad mágica implica la suposición de que el universo tiene un fin preestablecido y que nada ocurre por casualidad. Y es evidente que ese fin preocupa al que se acerca a la magia. Esa sola preocupación denota una estatura espiritual que no suelen alcanzar los arquitectos que se juzgan geniales por no creer en la luz mala. Examinar los asuntos de brujería es como tratar de entrar en la metafísica por la puerta de atrás. A mi juicio esta actitud es preferible a pasar de largo.
Los Hombres Sensibles de Flores pensaban que si existía el diablo, también existía Dios. Por eso cada noticia demoníaca les llenaba el alma de piadoso regocijo.
Así también el que está escribiéndoles busca fantasmas desde hace años. Un duende, un pequeño duende atorrante para entender que el mundo no es solamente esta vulgar colección de cosas que se ven y se tocan. Cada sombra es una esperanza. Cada luz prendida , un desengaño.
Si algún mago lector quiere obsequiarme algún espanto, aquí lo espero, con los pelos de punta.

Alejandro Dolina de "Crónicas del Angel Gris"

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