sábado, julio 01, 2006

Antropología de un Mundial

Frazer fue uno de los próceres de la Antropología que conocemos hoy en día. Entre tantas fenómenos sobre los que escribió, figura una distinción entre el hombre primitivo y el hombre civilizado. Antes de que aparezca la ciencia como epistemología, antes de que las relaciones de causalidad se apliquen como se aplican en la física, otras leyes imperaban a la hora de conocer y explicar la realidad. Entre otras se encuentra la "ley del contacto", la cual afirmaba la vigencia de las conexiones aún después de la separación; un individuo podía apoderarse de cabellos, recortes de uñas o ropas usadas por otro y quemarlas o mulitarlas de alguna otra manera, con la convicción de que a su antiguo dueño le pase lo mismo.
Debiéramos decirle a Frazer que ésta ley no se ha extinguido junto al hombre primitivo, o por el contrario, el hombre primitivo nunca ha dejado de ser tal. En el último mes que vivimos los argentinos, la denominada "ley del contacto" imperó por sobre todas las otras actuales. La selección nacional de fútbol partió de la Argentina hace dos meses. Ya separada de su lugar de origen, a miles de kilómetros de distancia y sin posibilidad alguna de mantener un contacto tangible con su gente, todos creíamos de una u otra forma que lo que hiciéramos aquí podía influir en el desempeño de la selección. ¡Pecho frío! ¡Referi botón! ¡Está abierto por la derecha! creyendo en lo más inconciente de nuestro ser, que nuestros gritos y alientos llegarían a destino. Las cábalas, las frases como: " En el Mundial tenemos que estar más juntos que nunca"; todas ellas, manifestaciones para creer que lo que hacíamos acá podría influir de una u otra manera en Alemania.
Con esto no critico nuestra actitud, tan sólo observo un fenómeno que si bien Frazer califica de primitivo, creo yo se aplica al hombre como conformación de una irracionalidad totalmente inexplicable. Algunos más que otros, en nuestras más ocultas intimidades creemos poder influir en acontecimientos inexorablemente ajenos a nuestro campo de acción, y por más que nos enseñen las leyes de Newton, seguiremos creyendo en algún tipo de relación causal inexplicable. Quién dice, una de esas, quizá funcione...

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hubiera estado bueno que funcionara...

Besos y penitas.

12:31 p. m., julio 03, 2006  
Anonymous Anónimo said...

igual, creo que gritarle a un televisor, o putear a un árbitro, se trata menos de la ilusión de un efecto que se pueda tener en cuerpos distantes que de los efectos concretos que se generan en el entorno inmediato (los demás contertulios o inclusive uno mismo).
más allá del efecto que pueda tener sobre otra persona clavarle un alfiler a un muñeco, lo que es claro es el efecto que tiene sobre uno mismo, sea terapéutico o enfermito.

2:11 a. m., julio 07, 2006  

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